NOCHE DE SAN JUAN
Desde su terraza escuchaba el griterío de la gente llegando a la playa. En su mesa tenía preparado un mechero, un cuenco y un cofre lleno de papeles para el ritual. Sudaba a mares a pesar de la máxima potencia del ventilador, se sentía revuelta y notaba su piel abrasada.
El sonido del primer volador hizo que pegase un brinco en la silla. Agitada y en estado de trance abrió el cofre de donde los papeles volaban a su antojo. Todo era un caos. Le ardían las entrañas y tenía un calor insoportable en las mejillas hasta que cesaron los fuegos y ella volvió en sí. Sin necesidad de ninguna hoguera, había experimentado su propio proceso de combustión interna.
Que actual...
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