jueves, 21 de mayo de 2015

LA MUERTE


Desde niña se sintió cómoda jugando en el cementerio que había cerca de su casa. Allí se ocultaba tras las lápidas y jugaba al escondite. Otras veces hablaba con los muertos y le contaba sus problemas. Su relación cercana con el otro mundo continuaba con la funeraria de su padre donde día sí y día también veía pasar un desfile de personas con el rostro enrojecido por el llanto. La muerte siempre estuvo presente en su vida. Por eso no la cogió por sorpresa cuando le diagnosticaron el tumor en fase cuatro. No había oportunidad para ella, pero no le importaba. Estaba preparada para morir. Después de cuatro años conviviendo con la enfermedad, hoy yacía en su habitación rodeada de sus seres queridos. Se sentía bendecida porque la muerte, lejos de traumatizarla, había sido un aprendizaje para vivir la vida como si cada día fuese el último de su existencia.


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