martes, 19 de mayo de 2015

LA INQUILINA


Miradas que no se cruzan y sombras en el rostro. Ya no recuerda cuál fue el origen de la relación de hielo que mantienen. Apenas coincidían para almorzar y, cuando lo hacían, no intercambiaban ninguna palabra.

María sabía que su hija hubiese preferido que muriese ella antes que su padre. También sabía que si su hija vivía con ella era porque no tenía trabajo. Su pequeña de antaño se había convertido en una inquilina que vivía a tiempo parcial en su territorio. Sin embargo, desconocía que su hija lloraba en silencio mientras la veía dormir. Una de esas noches su hija Lucía se secaba las lágrimas y se disponía a irse a su cuarto cuando vio unos papeles tirados en el suelo. Los recogió y observó que eran cartas de su madre a ella. En algunas le daba consejos, en otras le pedía perdón por la mala relación que habían tenido siempre; pero lo que le repetía en todas y cada una de ellas era cuánto la quería. Lucía volvió a llorar de nuevo y huyó a su habitación. No era la única que sollozaba. Desde el sofá, su madre se había despertado y lo había visto todo.

2 comentarios:

  1. Triste relato, cargado de realidad...
    Armando Magec

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Triste. Parece que no les importa lo que le pase a la otra pero al final los sentimientos las delatan. Gracias por el apoyo Magec

      Eliminar